31 marzo 2006

"Caminando que es gerundio"

Desde que me vine a vivir a Madrid he recuperado el placer que supone ir a casi todos los sitios andando. ¡Qué curiosa paradoja! He tenido que dar con mis huesos en una ciudad enorme para volver a sentir que mis piernas son el mejor medio de transporte. Y que lo diga un segoviano como yo (acostumbrado a coger el coche hasta para ir a comprar el pan) suena aún más raro, pero es así. Voy al trabajo caminando; cuando quedo con alguien o tengo que ir a comprar cualquier cosa siempre, antes de subirme al metro o al autobús, valoro la posibilidad de coger el ‘Coche de San Fernando’ y si la distancia no es excesiva me echo a la calle aunque tenga que caminar durante una hora.

Y es que caminar por Madrid tiene algo…no sabría decir que, pero lo tiene. Es una urbe tan enigmática y poderosa que me permite experimentar sensaciones diferentes con cada paso que doy. En ella nadie es extraño ni diferente, pero, a la vez, rodeado de cientos de personas, se puede llegar a sentir la soledad de forma intensa. Y al caminar, al cruzar furtivamente la mirada con el resto de peatones a los que debes esquivar con habilidad para no ser castigado con tarjeta amarilla, se descubre que el mundo, al fin y al cabo, no es más que la suma de lo que somos cada uno de nosotros.

granvia

Ayer, cuando caminaba por una atestada Gran Vía intenté fijarme disimuladamente en la gente que pasaba junto a mí, algo bastante difícil para un miope como yo que tiene que guiñar casi los ojos para enfocar bien… Fue tan extensa la variedad de personas con las que me crucé que conseguí desprenderme de todos mis complejos y caminar por la gran ciudad como un madrileño (adoptivo, en mi caso) más. Allí, haciéndome hueco entre personas de toda raza, clase social y condición, me sentí libre y orgulloso de ser un hombre perplejo que aún tiene capacidad de asombrarse y emocionarse con escenas cotidianas… Y pensé, ¡Ojala nadie fuera capaz de hacer saltar la chispa que provoca el incendio de las discusiones, la envidia, la intolerancia…! Entonces, un par de coches de policía pasaron a toda velocidad y rompieron la magia del momento con sus ruidosas sirenas y esas caras que me transmitían amabilidad empezaron a parecerme, en algunos casos, hasta hostiles… Así es la capital.

Pero pese su ruido ensordecedor, su tráfico agobiante, su contaminación, sus zanjas…pese a todo, Madrid es una ciudad que me gusta. No la cambio por mi coqueta Segovia y seguramente no la elegiría como mi lugar ideal para vivir, pero esa magia que he descubierto a base de zancadas se ha hecho un hueco en mi corazón. Así que, como dice mi abuelo, cuando me pregunten que como voy a ir tal sitio u otro, mientras pueda, diré: “Caminando que es gerundio”.

29 marzo 2006

'Con la música a esta parte'- Semana 1

Hace unas semanas, un amigo me envió un mail titulado 'Qué asco!'. En el texto incluía la lista de discos más vendidos en España durante el mes de febrero:

1. Camela "Se ciega por amor" (Emi -Odeon)
2. Il Divo "Ancora" (BMG)
3. Monjes Budistas "Sakya tashi ling" (Vale Music Spain)
4. Merche "Necesito libertad" (Vale Music Spain)
5. Jurado, Rocío "Rocío...siempre" (BMG MUSIC SPAIN, S.L.)

Para evitar que ese amigo se atragante con tanta 'música basura' y para dar a conocer algunos grupos o músicos que merece la pena escuchar aunque no salgan en ninguna gala de TVE ni en los 40 ni los pongan hasta aburrir en los bares, he decidido inaugurar esta sección en la que trataré de recomendar, razonadamente por supuesto, algunos cds que realmente merece la pena escuchar... Aquí va el primero:



Deluxe


Autor: DELUXE
Título del álbum: LOS JÓVENES MUEREN ANTES DE TIEMPO
Una canción: El Antihéroe
Una frase: "Cómo te voy a querer, si no has dejado ni un pastel. Quise creer que esta vez tu ambición ya no me iba a doler..."

El motivo: El gallego Xoel López es uno de los pocos genios que ha dado la música española en los últimos tiempos. Músico, cantante (tanto en inglés como en castellano), compositor, mezclador, productor... sus trabajos son una mezcla de todo y de nada a la vez, son, simplemente, diferentes. Letras cargadas de nostalgia e ironía que se toman como medicina contra el paso inevitable del tiempo y contra las estupideces que abundan en la sociedad actual.

27 marzo 2006

El enemigo invisible

Durante el último año y medio he tomado conciencia de que el destino puede poner límite a la vida cuando menos te lo esperas. En este periodo, el enemigo invisible, la lacra del siglo XXI, se ha llevado por delante a cuatro familiares directos de otros tantos buenos amigos. Y lo la hecho de forma cruel, sin avisar, sin dar tiempo para hacerse a la idea de la pérdida del ser querido.

Ayer viví el cuarto episodio de esta triste historia. El enemigo invisible, ese rastrero ente, condenó a un familiar de mi novia con sus más crueles métodos. Primero le sometió a un largo periodo de infernal terapia, después le aumentó de forma cínica el optimismo con una intervención a la que los médicos le aseguraban un 98 por ciento de éxito y, finalmente, cercenó sus esperanzas con un final inesperado y cargado de dolor.

Pese a todo, soy afortunado. He vivido el dolor que provoca esta enfermedad desde una relativa distancia. De momento, los familiares más cercanos que han pasado por ello –y algunos todavía siguen peleando- han sobrevivido con esfuerzo, lucha y muchísimo sacrificio a la dura batalla que les planteó su cruel oponente.

Ayer me sentí pequeño, casi insignificante. El corazón se me llenó de dolor al ver llorar y sufrir a una familia que había perdido a un ser querido que lo había dado todo por mantenerse con vida. Nunca lo había vivido tan de cerca. Me impresionó.

Entonces me acordé de esos amigos a los que el cáncer les ha arrebatado a un ser querido y quise, por un momento, abrazarles y decirles que ello son los héroes de este nuevo milenio. Personas capaces de superar los golpes crueles del destino y seguir adelante con la mejor de sus sonrisas…Para mí, desde luego, lo son.

23 marzo 2006

Es tiempo de actuar con criterio




Manu, Eric, Ainara, Irantzu, Idoia… Son los nombres de algunos amigos que hice en un maravilloso año de mi vida que pasé en Bilbao. Ayer, más que nunca, me acordé de ellos, de la felicidad que deben sentir al conocer que ETA ha declarado una tregua permanente. Ellos, que conocen mejor que nadie la dura convivencia con la violencia y el miedo, me enseñaron que los vascos son gente de paz, convivencia, respeto…que nada tienen que ver con esa imagen estereotipada que muchos, desde la lejanía, tienen y transmiten injustamente de ellos.

Por eso, el anuncio del cese permanente de los actos terroristas me provoca una doble sensación de felicidad. Me alegra saber que quizá nunca más haya víctimas de ETA, pero, sobre todo, me produce una tremenda satisfacción pensar que los hijos de mis amigos y tal vez ellos, dentro de no muchos años, podrán pasear su condición de vasco sin ser tildados de terroristas y que los intolerantes, los que metieron a todos en el mismo saco, pasearan junto al Guggenheim o La Concha sin esos prejuicios que les hicieron abominar un pedazo de tierra con sus miserias y sus grandezas, pero tan digna como cualquier otra.

Vamos políticos, es hora de que trabajéis de verdad, de que os ganéis el sueldo que os pagamos. Dejad ya de utilizar la palabra prudencia, un término que sólo denota miedo y que os servirá para cubriros las espaldas si todo sale mal. Es hora de actuar con criterio y mucha responsabilidad. Nosotros, los ciudadanos que defendemos la paz, la tolerancia, el respeto a cualquier reivindicación política legitima, nos lo merecemos. Y ellos, los que sufren o han sufrido el terrorismo expresado de mil formas diferentes (no sólo son víctimas quienes sufren directamente los atentados), más que merecerlo lo necesitan para sacudirse toda la porquería que les habéis echado durante años.

22 marzo 2006

El arte de perder

Si el balón está a un metro de la portería y sólo hace falta un leve toque para conseguir el gol, yo me las arreglaré para que salga por encima del larguero. Si lanzo a canasta en el último segundo para dar la victoria a mi equipo, ni tocaré tablero. Si me quedan 100 metros para cruzar la línea de meta en primera posición, sufriré un desfallecimiento… Los perdedores somos así. Le ponemos más ganas que nadie y disfrutamos dejándonos la piel en el intento, perdiendo nuestra escasa dignidad por intentar contribuir al éxito del equipo, pero nada, no hay forma, siempre ocurre algo que manda todo nuestro esfuerzo a la mierda. Y lo peor es que a tu lado, otro, casi sin mover un dedo, estará siendo ya levantado en hombros y felicitado por esa acción gloriosa que el perdedor, pese a currárselo con ahínco, no ha podido llevar a cabo.

En estos días he vuelto a experimentar la sensación amarga de la derrota. Cuando creía haber asumido mi condición de perdedor he vuelto a sentir esa punzada de desazón que me aborda cuando fracaso. Y es que hay cosas a las que uno nunca se acostumbra. Y lo peor es que, a pesar de saber que me iba a ahogar, me lancé a la piscina pensando que iba a ser diferente, pero no, no sólo no ha sido distinto sino que ahora tengo la sensación de haber hecho el ridículo… Ya se lo preguntaba Jorge Martí: “¿Por qué sólo me siento único cuando fracaso?”

Pero el perdedor es un ser cabezota. Y pese a todo seguirá tropezando y tropezando para conseguir su pequeño éxito que nunca llegará ¿o tal vez sí?

Dedicado al Número 14.

20 marzo 2006

Empezar por el principio

No sé como empezar, esa es la verdad. Ya he borrado varias veces esta primera línea tratando de encontrar esa frase ingeniosa, ese comentario impactante, esa palabra atractiva, pero nada, no hay manera, no encuentro los términos adecuados para explicar porque hoy he decidido dar el salto al ciberespacio. Tras darle una cuantas vueltas he asumido que el problema está en que no hay ninguna razón concreta y sí muchas a la vez y que, realmente, los motivos no son lo importante.

Por eso me subo a esta modesta tribuna para expresar lo que siento, para contar que me hago mayor sin darme cuenta, para compartir mis ilusiones, alegrías, tristezas y pensamientos, para no sucumbir a la mediocridad de los que tratan de imponer un único punto de vista sobre lo que ocurre a mi alrededor cuando, realmente, todo depende del prisma con el que se mire.

Y si he llegado hasta aquí es porque necesito sentirme libre, porque me agobia sentir que la vida pasa sin más y porque todavía me sigo sorprendiendo cada día… Perplejo, sí. Soy un hombre perplejo. Un ser humano que aún hoy, con la treintena a la vuelta de la esquina, sigue sorprendiéndose con el mundo que le ha tocado vivir…

Si pasas por aquí y decides echar un vistazo, bienvenido.

PD-Amigo Rubén, tú tienes mucho que ver en esto, gracias