Volteo las páginas con agilidad infinita, devoro tus enseñanzas, me siento como el Pijoaparte, anhelante, y me enamoro un poco, lo que puedo, de Teresa Serrat y de su idealismo escondido bajo trazas de niña rica. Y me generas un nudo en la garganta y hasta casi veo cómo se asoman esas lagrimas que tanto necesito echar, pero que no salen, que se enquistan en las pupilas dilatadas por este espejismo vital en el que ando sumergido.
Te quedan 100 páginas, pero ya lo has conseguido. No es que el final no sea importante, que lo es y mucho, sino que yo ya sé que lo vas a bordar. Lo intuyo. Lo huelo con cada movimiento del dedo índice al saltar de hoja en hoja. Y no lo tenías fácil. Soy un tío exigente con eso de dar sentido y sentimiento a las palabras, pero tú lo estás haciendo de maravilla. Tienes el UNO a la vuelta de la esquina. El liderato será tuyo. Es un premio que no vale mucho. Simbólico. Pero, al fin y al cabo, un reconocimiento, que en estos tiempos desagradecidos es mucho. Ahora cuando me pregunten:
- Hombre perplejo, ¿cuál es tu libro favorito?
- Últimas tardes con Teresa, de Juan Marsé.
Siempre fui particularmente sensible al mágico envite del semifallo, al desafío de la suerte
Y como te mereces un tema acorde a tus tremendos méritos, aquí lo tienes:
Oasis - Where Did It All Go Wrong?