Vuelvo de diez días de vacaciones en los que he podido saborear la belleza tranquila de Dinamarca, devolverle parte de lo mucho que le debo a A. y enamorarme de la encantadora Copenhague. La República Independiente de las Bicicletas. La ciudad en la que todo se mueve a dos ruedas. En las que hay más ciclistas que coches...¡y peatones! El paraíso del globero.
Y allí, caminando de Stroget a Nyhavn, deslumbrado por la inmensa y bellísima plaza de Kongens Nytorv, buscando la Sirenita entre una maraña de turistas que no se dieron cuenta que esa pequeña estatua es sólo una minúscula muestra del encanto de la urbe, recordé que le debía un tema a mi amigo Faro (siempre imprescindible, lo sé... fue un ataque de sensiblería).
Y la canción, con esa letra dictada por mi psicoanalista, con ese anhelo convertido en melodía, lleva un título que cierra el círculo.
"Dejarse llevar, suena demasiado bien,
jugar al azar, nunca saber dónde puedes terminar o empezar"
jugar al azar, nunca saber dónde puedes terminar o empezar"
Vetusta Morla - Copenhague
(Tomo prestado el video, las fotos no son mías).
Dedicado a Faro