27 marzo 2006

El enemigo invisible

Durante el último año y medio he tomado conciencia de que el destino puede poner límite a la vida cuando menos te lo esperas. En este periodo, el enemigo invisible, la lacra del siglo XXI, se ha llevado por delante a cuatro familiares directos de otros tantos buenos amigos. Y lo la hecho de forma cruel, sin avisar, sin dar tiempo para hacerse a la idea de la pérdida del ser querido.

Ayer viví el cuarto episodio de esta triste historia. El enemigo invisible, ese rastrero ente, condenó a un familiar de mi novia con sus más crueles métodos. Primero le sometió a un largo periodo de infernal terapia, después le aumentó de forma cínica el optimismo con una intervención a la que los médicos le aseguraban un 98 por ciento de éxito y, finalmente, cercenó sus esperanzas con un final inesperado y cargado de dolor.

Pese a todo, soy afortunado. He vivido el dolor que provoca esta enfermedad desde una relativa distancia. De momento, los familiares más cercanos que han pasado por ello –y algunos todavía siguen peleando- han sobrevivido con esfuerzo, lucha y muchísimo sacrificio a la dura batalla que les planteó su cruel oponente.

Ayer me sentí pequeño, casi insignificante. El corazón se me llenó de dolor al ver llorar y sufrir a una familia que había perdido a un ser querido que lo había dado todo por mantenerse con vida. Nunca lo había vivido tan de cerca. Me impresionó.

Entonces me acordé de esos amigos a los que el cáncer les ha arrebatado a un ser querido y quise, por un momento, abrazarles y decirles que ello son los héroes de este nuevo milenio. Personas capaces de superar los golpes crueles del destino y seguir adelante con la mejor de sus sonrisas…Para mí, desde luego, lo son.

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