Y me hago mayor (1ª parte)

De un tiempo a esta parte, tengo la sensación de que cada vez soy más “adulto” y menos joven y eso es algo que me mantiene intrigado, perplejo y un poco asustado.

Una de las circunstancias que me han llevado a pensar de esta forma es lo que yo aprecio como un distanciamiento con respecto a mis amigos de toda la vida, a aquellos con los que he compartido horas de clase, de recreo, de balonazos, de ligues, de excursiones y viajes, de risas incontrolables… Ahora, no sé si por el paso del tiempo o por la singular evolución de cada ser humano, cada vez nos vemos menos, cada vez nos cuesta más coger el teléfono sin motivo y dedicarnos un sencillo ¿qué tal te va?, cada vez encontramos más excusas para no organizar esa cena o viaje que antes nos quitaba hasta el sueño…

Además, hay un aspecto que confirma aún más mi teoría. Antes, al margen de nuestro grupo, teníamos conocidos y compañeros, pero nadie alcanzaba esa cota de amistad que manteníamos entre los cuatro ‘de toda la vida’. Ahora, cada uno tiene sus amigos propios con los que comparte experiencias y pensamientos que ya no cuenta al resto…ahora, incluso, algunos pensamos que si nos conociéramos en el momento actual no seríamos tan amigos. (Y que de este blog no sepan nada ellos también es una buena muestra).

Cuando compruebo que a uno de estos amigos de toda la vida le cuesta llamarme o busca excusas para evitar quedar o, simplemente, me trata igual que al resto un trocito de mi corazón se desmorona inevitablemente. Y lo peor es que yo, aunque no quiera reconocerlo, estoy haciendo lo mismo con ellos… Será ley de vida sí, pero a mí me da pena.

Eso sí, en el intento por buscar el lado positivo de las cosas, tengo que decir que esto a lo que llaman madurez también provoca que nazcan nuevas amistades… Posiblemente, su historial carecerá de anécdotas impactantes y de historias inolvidables, pero en ellas hay algo ‘no sé qué’ que las hace especiales. Juan Ignacio, Rodrigo, Rubén, Jorge, Rodrigo II y, desde hace poco, Leandro me dan la confianza necesaria para seguir creyendo en eso que llaman AMISTAD. Algo que para un sensiblón como yo es fundamental.