03 mayo 2006

El dulce sabor de la victoria

El lunes llegó la primera victoria de ese gran equipo llamado KM. Sí, en una Liga de Aficionados y, sí, en un partido en el que el rival no estaba precisamente en plenas facultades…pero llegó y eso, tras casi 30 jornadas de torneo y muchos sinsabores, era lo importante. Y yo pensaba dedicarle un pedazo de mi blog a este singular triunfo de un grupo de amigos que intentan ser futbolistas y que, aunque no lo consiguen, siempre mantienen una sonrisa que no se borra de sus caras ni tras perder 13-2 o 11-1… Y eso, aunque no lo crean, tiene su mérito.

Sin embargo, antes de ponerme a teclear decidí dar una vuelta por mi bitácora favorita ‘Faro de Estrapía’ y allí, Faro, componente del insigne KMy autor de uno de los goles de ese histórico primer triunfo, ya había contado los pormenores de la victoria. En su post, además, se “atrevía” a recordar viejos tiempos y a contar los inicios de una entrañable relación entre dos amigos. Y mientras leía y sonreía, decidí que esta página de mi diario se iba a dedicar a un triunfo aún más grande que la primera victoria del KM.

Verano de 2003. Mi vida era un torbellino digno del gran inmaduro que era. Laboralmente, apuraba mis últimas semanas en un trabajo que pudo ser mucho y se quedó en nada y, personalmente, mi corazón era una gran tormenta emocional en la que lo único claro es que nada estaba claro. Fue entonces, en aquel momento de inestabilidad, cuando conocí a una de esas personas que te enganchan a primera vista y que con el paso del tiempo se convierten en indispensables aunque estén lejos o apenas puedas verlas.

De Faro, nada más conocerle, me sorprendió su voz y su aparente timidez. Y sí, tengo que reconocer que me cayó bien desde el principio. Me pareció eso que todos conocemos por ‘buena gente’. Y desde luego no me equivoqué. Con el paso de los días comprobé que aquel chico tímido tenía todas las condiciones necesarias para llegar lejos. Además de su voz, destacaba de él su intachable actitud, su predisposición, su valentía y su capacidad para reconocer sus errores y para dejarse enseñar sin sentirse infravalorado. Si a todo ello sumamos que había algo en él que me recordaba a mí con seis años menos, pues entonces quizá se pueda entender que me empeñé en que Faro se sentase delante del micro casi a diario para que perdiese el miedo y sacase a flote todo el potencial que llevaba dentro.

Así, de forma natural, entre magazines, informativos, charlas sobre fútbol y mujeres, algunas recomendaciones musicales… fue creciendo una relación que traspaso el ámbito profesional para convertirse en el principio de una buena amistad. Justo entonces, mi jefe decidió darme un portazo en las narices. No sólo no aceptó mis condiciones de renovación sino que me obligó a irme antes de tiempo sin darme la posibilidad de despedirme de mis compañeros de trabajo y de los que desinteresadamente habían colaborado en aquel proyecto. Las causas son ya parte del pasado y prefiero ni recordarlas, pero cuando mi rabia alcanzaba su mayor grado recibí este mensaje de texto en el móvil que aún conservo y conservaré:

“Nos quedamos decepcionados y chafados. Nadie lo entiende. Por nuestra parte ha sido un placer trabajar y aprender contigo. Suerte”

El mensaje lo firmaba Faro. Ya no recuerdo si se lo agradecí como debí hacerlo, pero sé que se lo sigo agradeciendo cada vez que vuelvo a leerlo. Fue uno de los mensajes más sinceros y entrañables que he recibido en mi vida.

Un año y medio después, cuando nuestra relación se reducía a algunos sms esporádicos por culpa del tiempo y la distancia, un nuevo proyecto profesional volvió a unirnos. Largas charlas en las que el ciclismo era la excusa perfecta para tomarnos una coca-cola e intentar comprender a las mujeres que nos traían de cabeza o para analizar la última jornada del Grupo VIII de Tercera División o para empezar a hablar de lo que sería el KM nos acercaron de nuevo... Yo, por aquel entonces, atravesaba, sin duda el peor momento de mi vida y aquellos encuentros semanales me servían para olvidar mis problemas y tomar un poco de aire para afrontar el día a día.

De repente, un golpe de suerte me puso delante a la mujer de mi vida y el color negro empezó a aclararse. Además, el proyecto en el que nos habíamos embarcado Faro y yo se cerró con éxito y a él le salió un curro decente en su tierra y a mí otro bastante digno en un lugar de La Mancha… Este despegue coincidió, sin embargo, con un duro momento para Faro. Sé que no soy unos de sus amigos de toda la vida y que en instantes como ése nada sirve de consuelo, pero al conocer la noticia algo se me apagó dentro del corazón y deseé que aquellas charlas semanales no hubieran terminado para haberle podido devolver el apoyo y el ánimo que él siempre me había brindado.

Y entonces, mientras Faro recuperaba el aliento con una entereza encomiable, surgió ese pseudo equipo de fútbol llamado KM. Otra vez juntos, pero esta vez con un balón como excusa. Y el destino, que no siempre es tan cabrón como parece, quiso que la primera victoria llegara tras decenas de derrotas y cientos de goles encajados un 1 de mayo de 2006; un día que Faro y yo compartíamos fatigas sobre el campo y, encima, con un gol suyo. Aunque nos costó creer que aquel intento de control había acabado en gol, creo que fui el primero en lanzarme sobre él a celebrarlo...


Cena
Cenando con el Komando

Al día siguiente (ayer) me senté delante del ordenador con la intención de contar nuestra proeza en el diario del hombre perplejo que soy, pero antes de hacerlo me di una vuelta por Faro de Estrapía para inspirarme. Al leer su última actualización, se me saltaron las lágrimas (sensible que es uno) y comprendí que había una victoria más importante que debía contar, la del partido que comenzó a jugarse en aquel verano de 2003, la de un encuentro que aún no ha terminado ni terminará pero en el que el marcador es ya inamovible. El Nº14 ha vuelto a ganar y esta vez por goleada. Faro tiene la culpa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

quien me toca la oreja encima para que no levante cabeza? quien?

yo no lloro, que ya he visto el telediario...

JC77 dijo...

La primera victoria me ha costadoo una cojera permanente...arghhh