08 mayo 2006

Sin tiempo ni para respirar

Hay momentos en los que a la vida, no sé el motivo, le da por pisar el acelerador y las agujas del reloj pasan a una velocidad de vértigo. Los acontecimientos, los días, las horas... se suceden sin apenas tiempo para asimilar lo que ocurre y cuando te quieres dar cuenta descubres que casi no has podido disfrutar de ellas. Y en esa especie de vorágine imparable me encuentro metido yo en estos momentos.

La empresa en la que trabajo organiza cada año un congreso nacional en el que participan algunas personalidades, pocas, y muchos que creen ser algo que no son. De repente, lo que es un trabajo tranquilo se transforma en un agobio constante que acaba por crispar los ánimos de la oficina y por sacar ese monstruo que llevamos dentro.

Pero lo peor no es que el nivel de exigencia aumente, lo malo es que ansías tanto el tiempo libre que cuando llega lo exprimes con tal deseo que se esfuma en un abrir y cerrar de ojos. Y eso es lo que me ha pasado este fin de semana. Esta mañana me he sentado delante del ordenador del trabajo y he sentido que no me había movido de ese sitio en siglos y que el sábado y el domingo, simplemente, no habían existido. Por fortuna, las secuelas de otro intenso partido de fútbol del KM(perdimos 1-0 pero dimos otra lección de pundonor...y acusamos, por supuesto, la baja de Faro) me recuerdan que, al menos, parece ser que hice algo durante esos dos días libres.

Ahora cuando miro a lo que me queda por delante, me siento como el sprinter que debe afrontar la subida al Angliru sabiendo que no le queda otra que sufrir, que no habrá gloria para él en la cima, que bastantante tiene con llegar y que debe dar gracias por acabar la etapa sin poner pie a tierra. Esta semana a la que me enfrento concluirá el sábado a altas horas de la madrugada y no porque me vaya de juerga, no, más bien porque tendré que fingir sonrisas en la casposa cena de gala del dichoso congreso hasta que mis jefes decidan poner punto y final a sus días de gloria.

Y como dudo que de aquí al próximo lunes pueda volver a actualizar el blog aprovecho estas líneas para desahogarme y avituallarme, que no quiero que me de una pájara, y quien sabe, igual cuando el próximo domingo me despierte una vez concluido el Congreso pueda sentirme como Robbie McEwen, un sprinter con los arrestos necesarios para subir el Angliru y cruzar la línea de meta haciendo un caballito.

mcewen

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bufffffffffffff, las cenas donde hay que disimular, sonreir e intentar no mirar el reloj, porque los minutos no terminan de pasar son las peores... pero nunca se sabe... cuando no esperas nada de una cosa a veces te sorprende.... nunca se sabe

JC77 dijo...

Qué ilusión me hacen los comentarios!!! Muchas gracias aiyana!!! Desde luego el congreso me ha sorprendido, pero por otros motivos...ya lo contaré.