22 mayo 2006

Fútbol es fútbol

Este domingo me subí a la báscula de mi casa y comprobé que en poco más de dos horas había perdido dos kilos de peso. Me preocupé, porque ya soy lo suficientemente delgado como para andar con tonterías, pero mientras pensaba en que durante esta semana me iba a pegar unos buenos homenajes esbocé una sonrisa por el significado de esos dos kilos perdidos. Ahora les explico.

El pasado año por estas fechas una idea comenzó a rondarme la cabeza: montar un equipo de fútbol para jugar en la Liga de Aficionados de Segovia. Como suele ocurrir, la idea tardó mucho en materializarse y pasó por varios momentos en los que parecía inviable. Sin embargo, con el apoyo de Pablo y David (los otros dos grandes culpables), logramos hacer realidad este proyecto. Conseguimos un campo (por llamarlo de alguna manera), una equipación y el número de jugadores suficiente para inscribirnos.

El paso de los partidos fue corroborando lo que ya imaginábamos. La mayoría casi no nos conocíamos y bastante teníamos con recordar el nombre del compañero al que querías pasarle el balón. Si a eso le sumamos nuestra escasa calidad, la inexistente preparación física y una buena dosis de miedo a unos rivales que por momentos parecían equipos de Primera División, el resultado no podía ser otro que el de la derrota constante.

Al mismo y vertiginoso ritmo de crecimiento de nuestra cifra de goles encajados, también crecía dentro del equipo una sensación de unidad y compañerismo difícil de creer. No sé el motivo, pero lo cierto es que todos nos caímos bien desde el principio y cada jornada esa sensación aumentaba al margen de lo que hubiera ocurrido en el campo.

Ayer, 21 de mayo, la Liga de Aficionados llegó a su fin. Nuestro equipo se despidió de la temporada con una nueva derrota, jugando con sólo nueve jugadores (entre lesionados y currantes, sólo pudimos juntarnos nueve…) ante el Campeón de Liga, y sin poder sumar ni un solo punto más a los cinco con los que cerrará la clasificación de la campaña 2005/2006. Pero el resultado, una vez más, no era lo importante, lo que todos recordaremos fue el esfuerzo que hicimos para caer con dignidad en el último partido de Liga y las risas que nos echamos mientras nos tomábamos las tradicionales cañas de después de los partidos.

Y ahora vuelvo al principio… Durante la semana pasada, una gastroenteritis me tuvo en jaque y me fue limitando mis ya reducidas fuerzas. Al partido del domingo llegué con las pilas muy justitas y con la idea de jugar unos pocos minutos. Sin embargo, la falta de gente provocó que tuviera que disputar los 90 minutos… Hubo momentos en los que lo pasé realmente mal, ya no sólo por la falta de fuerzas y por el temblequeo de mis piernas, sino por la frustración que suponía no poder ayudar un poco más al resto de mis compañeros que corrían sin parar… Cuando llegué a casa y me subí en la báscula comprobé que el esfuerzo me había costado dos kilos. Y aunque parezca mentira sonreí al comprobar que el precio que había pagado no era excesivo, es más, yo diría que era hasta ridículo, porque en esta sociedad en la que vivimos en la que abundan los ‘HP’, los interesados, los falsos, los arrogantes…conocer de pronto a más de 15 buenas personas es como para sentirse afortunado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo diría que has acertado un pleno al quince en la quiniela, en estos tiempos encontrar quince personas, de golpe que se compenetren y demás... es increible... enhorabuena.

Supongo que el luchar por un proyecto común tendrá que ver en este buen entendimiento que habeis conseguido...

JC77 dijo...

Desde luego, parece mentira. Ahora sólo queda que seamos lo suficientemente inteligentes como para mantenerlo... que eso es también una tarea complicada.

Gracias por los comentarios!!!